CARTA
ABIERTA AL SOCIÓLOGO PUERTORRIQUEÑO
RAMÓN GROSFOGUEL
RAMÓN GROSFOGUEL
Estimado Ramón Grosfoguel,
El día lunes 10 de octubre, en la conferencia
que usted dictó, como parte de las actividades de la I Escuela de Formación
Ecosocialista y Pensamiento Crítico Descolonial Nuestroamericano, fue
interrogado acerca del proyecto Arco Minero del Orinoco[i].
En ese sentido, y dada las dificultades que
ocasiona la metodología llevada a cabo en las clases magistrales para
garantizar una participación directa del Poder Popular, queremos dirigirnos a
usted por esta vía para comentar su respuesta a dicha interrogante y, además,
reclamar su solidaridad para con una lucha que, por tomar prestadas palabras
del maestro y amigo suyo, Enrique Dussel, afirma el querer vivir comunitario
como la voluntad fundamental de una política otra, descolonial.
Su respuesta nos parece un lamentable amague.
La reiterativa afirmación “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución
nada” era innecesaria: 1) el evento que precede a la instalación de la escuela
es el Foro Marxismos Descoloniales del Sur, tres términos que ya hacen
explícita una postura y un horizonte político; 2) la actividad es convocada por
una Red que está adscrita al Ministerio del Poder Popular para Educación
Universitaria, Ciencia y Tecnología, uno de los órganos ejecutivos del Estado
venezolano; y 3) las actividades han contado con la presencia e intervención
del ministro Jorge Arreaza y el viceministro Guillermo Barreto, voceros
oficiales del alto gobierno.
Insistir en la misma idea unas cinco veces al
menos, sino más, evoca una cuestión por demás simplista: quien está contra el
Arco Minero, estaría entonces en contra de la revolución. Flaco favor que le
hacen sus palabras a la lucha contra un proyecto que es la expresión prístina
de uno de los rasgos fundamentales (el ecocidio) de ese sistema mundo en el que
usted ha identificado alrededor de unas 16 jerarquías.
Ciertamente, en el polarizado escenario
político nacional, hay quienes ven en la lucha contra el Arco Minero una
posibilidad para establecer sus agendas políticas opacas, por un lado, o con
una abierta intención desestabilizadora, por otro. Sin embargo, ello no quiere
decir que los movimientos indígenas, ecofeministas, ecosocialistas y
descoloniales, que hasta la fecha se han pronunciado (entre otros)[ii], sean parte de una u otra
agenda. Al contrario, esta amplia gama de organizaciones, no carente de
contradicciones entre sí, comparten horizontes de luchas comunes: el
anticapitalismo, el antipatriarcado, el anticolonialismo, el antiimperialismo y
el antiespecismo, por nombrar algunos. Si ello no es estar dentro de la
revolución, echarla adelante como diría usted, entonces díganos qué lo es.
Aunado a ese maniqueísmo, la afirmación “no
podemos dejar el extractivismo esta noche” es preocupante: en primer lugar,
supone el desconocimiento de las agendas de lucha de los grupos que afirmamos
la vida plena; y en segundo lugar, procede de una actitud que, ante tal
desconocimiento, desempeña –paradójicamente– el rol de francotirador que usted
tanto criticó en su intervención. Todas y todos tenemos claro que no podemos
dejar el extractivismo esta noche y por ello es que, precisamente, el punto
álgido de la discusión está en las agendas de transiciones hacia el
postextractivismo a corto, mediano y largo plazo.
Dicho sea de paso, además, que al hacer uso
de la metáfora del francotirador, usted realizó unas severas críticas a
personas en el país que, en su criterio, asumen ese papel pero sin dar nombre
alguno. Esto nos parece, cuando menos, irresponsable. En efecto, usted puede
discrepar de la posición de algunas personas o grupos, pero velar la crítica en
indirectas no es cónsono con ese persistente llamado a un giro decolonial, para
este caso, en la política.
Si descolonizar la economía es avanzar seria,
crítica y autocríticamente en un programa de diversificación económica, ¿es el
traslado del rentismo petrolero al rentismo minero una política “factible”?
¿Qué entiende usted por factibilidad?
Por sus investigaciones, así como por los
intercambios académicos con otros intelectuales decoloniales, usted es
conocedor de lo que Dussel afirmaba en la mañana del lunes: “la modernidad es
la destitución del otro y el vaciamiento de la naturaleza”; entonces ¿cómo
puede ser factible un proyecto (nótese el oxímoron) de desarrollo ecosocialista
mega minero a gran escala? ¿Cómo puede ser factible una medida que atenta
contra el principio de voluntad de vida? ¿Cómo puede el Arco Minero del Orinoco
garantizar el poder político como comunidad si las actividades extractivistas
fragmentan los territorios en los que se instalan? ¿Cómo se puede aceptar un
proyecto que va a afectar de manera contundente la vida de las niñas,
adolescentes y mujeres indígenas?
Una pregunta acuciante en estos horizontes de
interpretación descolonial, y que no puede evadirse “lanzando líneas”, es la
cuestión acerca de hasta qué punto es sostenible la justicia social sobre la
base de la injusticia ambiental, epistémica, étnica, de género, espiritual,
etc. Esto en ningún momento supone el desconocimiento de las medidas y
políticas llevadas a cabo por el gobierno bolivariano para reducir la enorme
brecha de desigualdad generada en los tiempos de la cuarta república, sino que
resalta la contradicción que atraviesa a nuestro proceso, aunado a un tiempo
histórico de superación de los límites planetarios, que puede propiciar un
efecto boomerang: la desigualdad social puede ensancharse nuevamente al
profundizar la crisis ecológica a través de una actividad devastadora como lo
es la minería a cielo abierto[iii].
Las transiciones al
postextractivismo deben pensarse desde el aquí y el ahora, y no únicamente a
largo plazo, de lo contrario estaríamos afirmando y justificando lo que la
razón neoliberal llamaría un mal necesario: el sacrificio de vida humana
y no humana para, parafraseando a Fernando Coronil, respirar la ilusión de la
modernidad.
Ciertamente, el
proyecto de la comuna es una de las opciones, incluso descoloniales, para
transformar el actual estado de cosas y hacia allá deben ir encaminados todos
nuestros esfuerzos: territorializar las luchas por la esperanza, articulando
diferentes escalas de liberación. La mega minería a cielo abierto solo trae
caos, desolación y muerte.
Usted decía que hay
muchas luchas en el Norte que son invisibilizadas acá y nosotras creemos que
ocurre lo mismo con algunas de las luchas en el Sur: son silenciadas allá. Hay
varias cosas del proyecto que nos preocupan: 1) se desconocen los estudios de
impacto ambiental y los resultados de los procesos de consulta previa e
informada; 2) los términos de las negociaciones son desconocidos[iv]; 3) solo se conocen 15 de
las 150 empresas de 35 países que participarían en el proyecto; 4) algunas de
las empresas venezolanas parecen tener una dudosa procedencia, por no decir que
son inexistentes, lo que podría constituir un caso de estafa a la nación; 5)
cómo procederán estas empresas, qué métodos y tecnologías utilizarán; y 6)
ninguno de los programas sociales vigentes están al día en esos territorios.
Por tales motivos,
entre otros, es que afirmamos que el Aro Minero del Orinoco es un proyecto
opaco, ilegítimo y neocolonial. ¿Cuáles son los criterios de soberanía? ¿Qué es
un desarrollo minero ecológico? Nos recuerda Eduardo Galeano, citando a Woodrow
Wilson en Las venas abiertas de América Latina, que un país es poseído y
dominado por el capital que en él se haya invertido. ¿Dentro del Arco Minero
todo, fuera del Arco Minero nada? Entonces, ¿de qué descolonialidad estamos
hablando?
Es por ello que
reclamamos su solidaridad para con esta lucha que aterriza en lo concreto todas
las discusiones teóricas sobre la modernidad/colonialidad. Sabemos que usted es
un invitado del Estado venezolano y que eso tal vez está censurando su opinión,
pero también confiamos en que el gobierno bolivariano es lo suficientemente
amplio como para escuchar las críticas y preocupaciones en torno al proyecto
sin suponer automáticamente que se trata de un ataque contrarrevolucionario.
Lo exhortamos a
realizar una actividad de cierre a la I Escuela de Formación Ecosocialista y
Pensamiento Crítico Descolonial Nuestroamericano con un gran foro el día
viernes 14 de octubre, en horas de la tarde, donde se discuta de manera amplia,
seria, crítica y autocrítica las preocupaciones e implicaciones del Arco Minero
del Orinoco, como comunidad de parientes que somos.
Creemos que si es
consecuente en la práctica con los planteamientos teóricos que asume, no hará
falta, entonces, darle un giro decolonial a las y los decoloniales.
Atentamente,
LaDanta LasCanta
Grupo ecofeminista de investigación y acción
Caracas, 12 de octubre de 2016
[i] Puede consultar, como primer
insumo, el Decreto N° 2.248 publicado en la Gaceta Oficial N° 40.855 de fecha
24 de febrero del presente año y, como segundo insumo, un expediente que -a la
fecha- recoge parte de la lucha contra este proyecto extractivista (http://www.aporrea.org/actualidad/n297438.html).
[ii] El primero de los
pronunciamientos realizados contra el Arco Minero del Orinoco fue el Manifiesto
del Poder Popular por la vida plena (http://www.aporrea.org/actualidad/n288079.html); luego fue publicado un exhorto al Gobierno Nacional para
detener el ecocidio minero en la cuenca del Orinoco (http://www.aporrea.org/actualidad/n289065.html); a su vez, los pueblos Ye'kwana-Sanema y Pemón de la
cuenca del Caura elaboraron una carta donde rechazan el proyecto y reivindican
su derecho a seguir existiendo, afirmando categóricamente que la vida vale más
que el oro (https://es.scribd.com/doc/311656564/Rechazo-Del-Arco-Minero-Por-Los-Pueblos-Yekwana-Sanema-Pemon-de-La-Cuenca-Del-Caura-Kuyujani); por último, nosotras también nos hemos pronunciado
contra el extractivismo minero y por la impostergable utopía ecofeminista (http://laguarura.net.ve/2016/08/12/comunicado-ecofeminista-versus-el-extractivismo-minero-en-la-orinoquia).
[iii] En el portal web http://www.payadapasatan.org/ puede consultar distintas fuentes relacionadas con el tema.
[iv] Edgardo Lander, una de las
personas que -creemos- usted acusa de francotirador de manera indirecta,
publicó recientemente algunos comentarios sobre el acuerdo con la Gold Reserve
(https://www.aporrea.org/contraloria/a232524.html) que en nada benefician a nuestro país. Llama
poderosamente la atención, además, que en una Escuela de Formación sobre
Ecosocialismo y Pensamiento Crítico Descolonial Nuestroamericano él no haya
sido invitado, toda vez que ha sido uno de los principales actores (recuerde
los textos Contribución a la crítica del marxismo realmente existente y La
colonialidad del saber) de la red modernidad/colonialidad.